Bolivia, 3 dic de 2025 (RED DTV).- La aerolínea estatal Boliviana de Aviación volvió a un escenario de inestabilidad tras la salida de Mario Borda de la Gerencia General y la designación de Juan José Galvarro Requena, un piloto privado cuya llegada al cargo coincidió con demoras constantes, cancelaciones internacionales y una drástica disminución de la flota operativa. La situación ha despertado alertas sobre una posible mala administración, un sabotaje interno o incluso la intención de empujar a la empresa hacia una quiebra programada.
Durante las últimas jornadas, vuelos en la ruta Santa Cruz–Miami fueron cancelados sin previo aviso, mientras que los retrasos se volvieron cotidianos en los itinerarios domésticos. Hasta antes del cambio en la gerencia, se había logrado cierta estabilidad en los horarios, lo cual daba a los pasajeros una mínima certidumbre. Ese avance se evaporó rápidamente.
A la par del deterioro operativo, se evidenció una preocupante reducción de la flota: de 20 aeronaves con las que BoA debería operar, solo entre seis y siete estarían volando. El resto permanece en tierra por razones que no han sido explicadas oficialmente. La consecuencia directa es una disminución del número de vuelos y un incremento notable en las tarifas, que llegaron a niveles considerados excesivos incluso para las rutas troncales del país.
Las cifras mencionadas en el análisis público muestran que, aun así, BoA continúa generando ganancias importantes. En el caso de la ruta La Paz–Santa Cruz, se estima que con 150 pasajeros promedio por vuelo y tarifas cercanas a los 800 bolivianos, la empresa factura aproximadamente 120.000 bolivianos por viaje, mientras sus costos operativos se calculan en 50.000 bolivianos. La diferencia deja márgenes de 50.000 a 70.000 bolivianos a favor de la aerolínea. Esto contradice frontalmente la idea de que se trate de una empresa no rentable y abre un debate sobre la verdadera causa de su deterioro.
En este contexto, el experto Omar Durán expresó una advertencia contundente sobre la posible intencionalidad detrás de la crisis. “Yo tengo la susceptibilidad de que quieren hacerla quebrar la empresa para que en un momento determinado se venda para los blancos y le engañen a nuestro presidente Paz diciéndole que está mal y que la venderemos al mejor postor.”
Durán añadió además una observación directa sobre los antecedentes del nuevo gerente: “He estado investigando justamente al gerente de Boliviana de Aviación y no entiendo por qué no ha trabajado en ninguna aerolínea en el área de operaciones.”
Mientras tanto, surgieron nuevas denuncias relacionadas con la gestión anterior durante el gobierno de Luis Arce, cuando se habría vendido un Boeing 767-300ER “a precio de fuselaje”. Lo que generó mayor inquietud es que uno de los actores vinculados a esa polémica transacción habría sido visto recientemente en una reunión con el actual gerente en Cochabamba, lo que encendió sospechas sobre los motivos y alcances de ese encuentro.
Pese a estos cuestionamientos, BoA y las autoridades encargadas de fiscalizarla han mantenido silencio. El gerente general no ha ofrecido explicaciones públicas, el Ministerio de Obras Públicas no ha emitido pronunciamiento y el entorno presidencial tampoco ha aclarado la situación. Esta ausencia de respuestas alimenta la percepción de descontrol institucional y deja a la aerolínea en un punto crítico, tanto en su operación diaria como en su credibilidad ante los usuarios.
La crisis de BoA vuelve así a instalarse en el debate nacional, en un momento en que miles de pasajeros se ven afectados por la incertidumbre, los retrasos y las cancelaciones, mientras el futuro de la línea aérea de bandera parece cada vez más envuelto en interrogantes.

